domingo, 23 de enero de 2011

Al filo de la navaja


BARBE
RÍAS, ¿LUJO ASIÁTICO O TENDENCIAS SADO?

Al igual que existían en la España que no he conocido, o al menos que no recuerdo, en Tailandia y en otros Países del Sudeste Asiático, perduran las barberías tradicionales, o incluso los barberos a pie de calle con una silla y una navaja (en Hanoi vi unos cuantos).


¿El Lejano Oeste o el Cercano Thailandia?


Desde China nos llegan noticias de un barbero, entrenado en las artes del kung-fu, que ha decidido cortar el pelo en su barbería en posición vertical, unicamente apoyado por su cabeza. Su nombre es Wang Xiaoyu y tiene su barbería en Changsha, en la provincia de Hunan, por si alguno estáis interesados en tan interesante espécimen, aunque yo del afeitado no me fiaría demasiado...




Wang Xiaoyu en acción


Mi experiencia en barberías en Tailandia ha sido siempre muy agradable. Antes había una pequeña barbería muy cerca de mi antiguo apartamento, en una calle sacada del siglo XIX, un oasis en medio del caos de Bangkok, la regentaba una simpática tailandesa, y no había más personal. Para mí era un remanso de paz, la frecuentaba varias veces a la semana.

Durante los 15 minutos que duraba el afeitado (y en ocasiones los 30 de espera a modo de preliminares) desconectaba del trabajo, de los problemas, y me relajaba en esos pensamientos y recuerdos que nuestro día a día occidental no deja tiempo para recordar.
Hacer esto mientras se tiene una hoja de afeitar afilada entorno a tu cuello, no dejaba de ser un aliciente más, una entrega total de cuerpo y alma, lo uno a la simpática Mod, y lo otro al recuerdo y e incluso al descanso total dejando la mente en blanco...

Finalizado el afeitado, y como complemento perfecto a la tensión generada por la afilada navaja que había recorrido mi cara y mi cuello durante unos largos
minutos, venía lo mejor, un corto pero placentero masaje de espalda, cuello y brazos, cortesía de las barberías en Tailandia que, en el caso de mi barbera, y animada por mi cara de satisfacción, convertía esos minutos posteriores al afeitado en un arte, en un relajante ritual, similar al de fumarse un cigarrillo después de una larga noche de sexo.

El corte de pelo no desmerecía tampoco en absoluto, e incluso llevaba el ritual a una nueva dimensión. El ritual de corte(jo) empezaba normal, preciso, pausado, relajado, dejándome absorto en la calma, tal vez con cara de tonto (lo siento, no lo puedo corroborar). Nada presagiaba los siguientes pasos, los siguientes placeres accesibles solo a unos pocos elegidos
que vivimos en esta parte del Mundo...

Al corte de pelo siguió una pregunta sutil, pero lo suficientemente cargada como para volar el edificio, "¿Xampú?" (¿te lavo la cabeza?) . Permanecí indeciso unos momentos, no sabía que decir, en unos segundos, que me parecieron eternos, analicé la pregunta y las consecuencias de mi decisión en uno y otro sentido, estaba en un dilema casi existencial, (y además llegaba tarde a una reunión, todo hay que decirlo).

La respuesta que salió de mis labios fue un "dai krap" (ok) casi imperceptible.
Tomé asiento en un sillón confortable y, tras envolver mi cuello y hombros con una pequeña tela impermeable, depositó suavemente mi cabeza en el lava cabezas (lo siento no he encontrado un nombre menos soso que ése).
A partir de ahí me sumergí en una nueva experiencia, un nuevo ritual difícil dejar atrás en el recuerdo, echó el champú y sus manos empezaron a masajear dulce pero enérgicamente mi cuero cabelludo, mi cabeza, mi cuello, una y otra vez durante varios minutos, que me hicieron entregarme de nuevo al vacío mental, el mayor placer que se puede encontrar en un día normal de trabajo y estrés, en una ciudad como Bangkok, con un tráfico que hace que el peatón desee colgarse
de los cables de la luz para poder caminar sin sobresaltos... Imposible pensar, relajarse o recordar, cuando se va caminando por la ciudad, tampoco cuando se conduce, y seguramente menos aún cuando se va de pasajero en un taxi o autobús...

Tras el masaje vino el aclarado y... ¡otra sesión de champú y masaje!, ¡y otra más!, hasta 3 veces... A esas alturas yo ya había enviado un mensaje para retrasar la reunión al tiempo que había apagado el teléfono.


Tras esos 3 interminables enjabonados, masajes, y aclarados, envolvió mi cabeza con una toalla a modo de marajá y me invitó a retornar a la butaca de barbero, donde comenzó el ritual de afeitado con la navaja, pero en esa ocas
ión, después esos minutos de éxtasis mental a modo de preliminares había conseguido que me entregará más que nunca, podía cortar con la navaja por donde quisiera, ya no importaba una oreja más o menos, la entrega era total, si es que lo podía ser más aún.

Tras el afeitado siguió el correspondiente
masaje, pero en este caso un poco más largo, quizás para acentuar aún más mi agonía y tristeza cuando dejara la barbería camino del caos...

Estaba aún exhorto en el masaje, con mis ojos cerrados, mi mente en blanco, pensando que ya lo había visto todo, o mejor dicho, que ya lo había sentido todo, cuando tuve una sensación nueva, intensa, brutal... Noté como algo alargado y firme se introducía por mi orificio, como entraba y salía, como giraba en mi interior, no podía abrir los ojos, no quería abrirlos! La sensación era indescriptible, de entrega total, no podía moverme.
En apenas unos segundos que se me hicieron también eternos, noté por fin como salía de mí y respiré de nuevo, pero no por mucho tiempo, pues al momento Mod, mi barbera favorita, tomo otro bastoncillo de algodón y atacó mi oído izquierdo... tras ello... unos minutos más de suave masaje en mi cuello para liberar tensiones ... y la temida despedida.

La experiencia había durado algo menos de una hora y me había costado la friolera de 120 bahts, unos 3 Euros, pero había sido inolvidable. Bueno, de no ser por las siguientes veces que visité a Mod para cortarme el pelo, y las veces que aún hoy lo sigo haciendo, cuando mi pelo lo necesita, aunque ahora vivo a unos 20 Kilómetros de la barbería y para el afeitado me tengo que conformar con mi máquina de afeitar eléctrica.


¿Lujo Asiático o Tendencias Sado? ;-)


Hablando de barberías, un amigo (a quien llamaré Mr. "T") me comentó que en una ocasión estaba sentado cómodamente en la butaca de una barbería del Sudeste Asiático, para un corte de pelo, relajado y entregado a sus pensamientos, cuando de repente y sin dejar de oír las tijeras ni de notar que le seguían cortando el pelo, sintió algo bastante curioso... la sensación de que algo se metía bajo sus pantalones.
Abrió los ojos y vio a una (otra) chica, por suerte ésta sin tijeras, que estaba jugando con sus posesiones más íntimas, mientras su compañera le cortaba el pelo (de la cabeza se entiende).
Se negó a contarme como terminó la historia...


En otra ocasión algo curioso me sucedió a mí en Taiwan, cuando volvía a mi hotel por la noche, después de visitar un mercado nocturno donde había visto varios restaurantes llenos de curiosas mascotas en terrarios de cristal.
Se trataba de enormes serpientes, boas, pitones albinas y otras bellezas, y por lo visto no eran realmente terrarios con mascotas, sino una especie de muestrario del tipo que ofrecen las marisquerías (acuarios con langostas), donde la clientela elegía la pieza que le parecía más apetitosa y de ahí... ¡A la sartén!

Al pasar por una calle semi iluminada, "please! please!", una voz de mujer comenzó a llamarme desde una tienda con la persiana a medio bajar y sin luz en su interior, situada al otro lado de la acera.
Vi que se trataba de una barbería y, curioso, y también algo preocupado, me acerqué a ver qué querían.
Una vez frente a la puerta, pude ver las piernas de un par de chicas, y les pregunté qué pasaba... Massage sir? Massage sir? Here! Come! Come inside! No entré, pero me pareció una curiosa barbería... ¡Mod! ¿Dónde estás?


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