UN TEMPLO CONSTRUIDO CON ALEGRÍA ...
Recuerdo que hace ya algún tiempo, mi amigo Tiburcio, el elefante, intentó convencerme para que visitáramos un templo budista que estaban construyendo en el Nordeste de Tailandia, concretamente en la provincia de Sisaket. No paraba de repetirme que quería hacer una buena acción, además me dijo que lo estaban esperando los monjes porque lo necesitaban.
Yo sabía que era budista practicante, pero nunca había visto tanta devoción en él hasta ese momento.
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Durante su construcción los monjes pidieron a los tailandeses su colaboración, o en otras palabras, su aportación de botellas de cerveza vacías. Cuantas más botellas se reciclaran, más grande se construiría el templo.
Algo similar a las competiciones de bebedores de cerveza que tenemos en la Costa Brava, pero en este caso el premio, en vez de un viaje a la October Fest de Munich ,era la bendición de los monjes.
Todo el templo fue construido con botellas de cerveza, los muros, los crematorios, los baños, ... Incluso los enormes mosaicos fueron diseñados con las chapas de las botellas.
Aunque sobre gustos no hay nada escrito, sin duda ha sido una buen trabajo de reciclaje. ¡Que me avisen cuando empiecen a construir el templo del millón de Whiskies!
Yo sabía que era budista practicante, pero nunca había visto tanta devoción en él hasta ese momento.
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Finalmente los 600 kilómetros de distancia desde Bangkok me pesaron demasiado y rehusé su invitación, eso sí, apenado por no haber podido acompañar a Tiburcio en ese viaje tan especial para él...
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Hoy me acabo de enterar del motivo de su insistencia, resulta que dicho templo, Wat Pa Maha Chedi Kaew, estaba siendo construido íntegramente con botellas de cerveza, concretamente verdes botellas de Heineken y botellas marrones de Chang (cerveza local tailandesa), de ahí su otro nombre, Wat Lan Kuad, o templo del millón de botellas.
Durante su construcción los monjes pidieron a los tailandeses su colaboración, o en otras palabras, su aportación de botellas de cerveza vacías. Cuantas más botellas se reciclaran, más grande se construiría el templo.
Algo similar a las competiciones de bebedores de cerveza que tenemos en la Costa Brava, pero en este caso el premio, en vez de un viaje a la October Fest de Munich ,era la bendición de los monjes.
Todo el templo fue construido con botellas de cerveza, los muros, los crematorios, los baños, ... Incluso los enormes mosaicos fueron diseñados con las chapas de las botellas.
Aunque sobre gustos no hay nada escrito, sin duda ha sido una buen trabajo de reciclaje. ¡Que me avisen cuando empiecen a construir el templo del millón de Whiskies!
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