Creo que en un porcentaje muy elevado la realidad es así, aunque lo cierto es que siempre hay excepciones. Lo malo es que todos los hombres piensan que su caso es la excepción...
Un consejo, que cada uno haga lo que crea conveniente y le parezca, y disfrute del momento si no hace daño a nadie, pero mantened los pies en el suelo, u os arriesgáis (en un 90% de las casos, siendo benévolo) a caer al subsuelo.
Cuando se tiene la cabeza fría, si puede ser más facil acabar conociendo a la mujer de vuestra vida... o no...
"Las chicas de los bares suelen venir de las zonas rurales pobres, generalmente del noreste (Isaan) y del norte. Han elegido la prostitución voluntariamente. Es un trabajo más cómodo y lucrativo que el de recoger arroz en el pueblo o el de ser obrera en una fábrica en la ciudad. Muchas son madres solteras o divorciadas. Suelen enviar dinero a sus padres en el pueblo. La imagen de la pobre chica que se dedica a la prostitución para que su familia no se muera de hambre en el pueblo es muy romántica, pero en Thailandia no responde a la realidad. El dinero que envían suele destinarse a gastos tan urgentes como comprarle una moto al hermano mayor o adquirir un reproductor de dvd’s. La familia recibe el dinero y nunca hace preguntas sobre su origen. De hecho, hoy en día hay un dicho en las aldeas de Isaan que dice: “Tres hijos, pobreza; tres hijas, riqueza”.
Las chicas suelen dedicarse a la prostitución mientras el cuerpo aguanta. Las más inteligentes, a los 35 han acumulado unos ahorros, que les permiten volver al pueblo con cierta dignidad. Otras, también inteligentes, se habrán casado con algún cliente extranjero. Esos matrimonios no suelen durar, pero mientras duran son una fuente apreciable de ingresos. Hay finalmente las que terminan mal. Vuelven al pueblo con sida o se enganchan a la droga y al alcohol o, simplemente, nunca ahorraron y se encuentran pasados los cuarenta, haciendo la calle en Sukhumvit, que siempre hay un turista lo suficientemente borracho o desesperado que se las lleva.
“Hello my big big honey” recoge las voces de estas chicas y es un buen contrapunto a las cartas líricas de sus clientes:
"Demasiado dulces. Todas las cartas son dulces. Un alemán escribe, también envía dinero (…) Me gusta este alemán porque él muy bueno, joven pero tiene buenas ideas. Nunca he visto ningún alemán como él. Me gusta, me cuida bien, buen amor, no mariposea. Dos años hace que le conozco. No le amo, sólo me gusta. Duele demasiado y asusta demasiado el amor. Porque el primero me hizo realmente daño, de Inglaterra."
"Este trabajo no bueno. Mejor encontrar otro trabajo. Pienso que las chicas maduras mejor que las jóvenes, porque las jóvenes piensan que el trabajo es divertido. Pero las chicas maduras piensan en cómo ganar dinero esta noche para mañana, no trabajan para divertirse."
"Si novios thailandeses buenos y cuidasen de las chicas, Thailandia no estaría llena de prostitutas. Pero tienen un bebé y no se ocupan, no se casan. Esto es por lo que hay prostitutas."
"Ahora tengo dos novios. Hombre de Dinamarca nunca dice que quiere cuidarme para siempre. Hombre de Australia dice que quiere cuidarme para siempre. Hombre de Australia también se preocupa por mi hija. No amo al amigo de Australia. Sólo amigo. Amo al hombre de Dinamarca."
No es raro que estas chicas tengan dos, tres o cuatro novios extranjeros que les envían dinero con regularidad. Siempre hay que diversificar las inversiones.
"- Cuando vas con un cliente que no te gusta, ¿en qué piensas mientras haces el amor?
- Pienso en cómo ser fuerte. En lo que tengo que pagar mañana. En lo que comeré mañana. Quiero algo de dinero para enviárselo a mis padres."
"- ¿Te crees las cartas de amor que recibes de otros hombres?
- No. El 20%, pienso que es verdad. Algunos mienten, otros dicen la verdad. Creo que sé. Hablamos en Bangkok. Pero en la carta, la conversación es diferente. Cuando hablamos en Bangkok es diferente. La carta es más elevada, más, más. No es verdad."
"Yo digo “amor”, pero no es verdad. Nunca amo. Miento. No quiero herir a nadie. Pero si no digo “amor”, tal vez él no pensará nada."
"Otra amiga va con un coreano. Le dice a la chica que se corte en el brazo. Quiere mirar. Le gusta ver sangre."
"Tengo un novio. Le quiero mucho. Es canadiense. Tiene mujer, así que no puede vivir conmigo, no puede venir conmigo a menudo. No sabe que antes era un chico. No se lo he dicho." (Alguna otra vez hablaré de los transexuales thailandeses. Como aviso para navegantes: si estás en Thailandia y ves una mujer muy femenina, muy atractiva y muy alta, ¡alerta! Casi seguro que fue un hombre).
"- ¿Te crees las cartas que recibes de los extranjeros?
- No las creo. Algunos hombres se quedan una semana, dos semanas, ¿cómo pueden decir que me quieren? Si dice: “Me gustas”, le creo. (…) A veces en mi carta no digo la verdad. Un hombre con el que he estado una semana dice: “Te amo. Cásate conmigo”. Digo: “He visto tu carta, ¿quieres casarte conmigo? ¡Yo también! ¡Te amo!” Lo mismo. Él me mintió primero.
- ¿Por qué devolverle la mentira?
- Quiero que vuelva a Bangkok. Es bueno para mi negocio."
Comparando las cartas de los clientes con las entrevistas a las chicas, hay algo que me llama la atención. Ellos siempre hablan de sentimientos sublimes y de “juntos seremos felices y comeremos perdices”. Ellas tienen los pies sobre la tierra. Es la diferencia entre comer caliente todos los días y no hacerlo."